
La vida en comunidad exige un conjunto de comportamientos que, si bien son esenciales para la armonía social, no deberían ser motivo de celebración. Decir «por favor» y «gracias» son palabras simples que facilitan la interacción humana, y ceder el asiento a una persona mayor o embarazada es un acto básico de respeto y consideración. Sin embargo, hemos llegado a un punto donde estos gestos son vistos como actos de bondad, como si estuviéramos haciendo algo extraordinario. ¿Cómo podríamos cambiar la percepción de estos actos básicos para que se reconozcan como tales y no como excepciones?
Con educación, a l@s estudiantes se les enseña a compartir sus materiales con otros. No como un acto de bondad excepcional, sino una práctica común de cooperación, como una herramienta propia de nuestra sociedad.
En esta sociedad que eleva lo mínimo a lo máximo, el contraste entre lo cotidiano y lo trascendental se vuelve dolorosamente evidente. Pedir disculpas cuando se comete un error no debería ser visto como una gran muestra de humildad, sino como una reacción natural ante nuestros fallos. Esperar nuestro turno en una fila no es un comportamiento civilizado excepcional, es un principio básico de orden y justicia. No invadir el espacio personal de otr@s no es una muestra de respeto sobresaliente, es esencial para la comodidad y el bienestar de tod@s.
Saludar a alguien no es un acto heroico, es un simple reconocimiento de la existencia del/la otr@. No interrumpir cuando alguien habla es una cortesía mínima, un pequeño gesto de respeto que no debería requerir ningún esfuerzo. El realismo nos obliga a enfrentarnos a la verdad, estos actos no son más que los cimientos de la decencia humana.
Personas en un entorno emocionalmente limpio

No tirar basura en la calle no es un acto de heroísmo cívico, es lo mínimo que podemos hacer para mantener nuestro entorno limpio. Cumplir con las señales de tránsito es crucial para la seguridad vial, pero también es una obediencia básica que asegura la coexistencia pacífica en las calles. Hablar con un tono de voz adecuado o escuchar música en volumen no invasivo en lugares públicos no es una muestra de civilidad sobresaliente, es un respeto básico hacia l@s demás.
¿Qué ejemplos de verdaderos actos de bondad o heroísmo podríamos destacar más en nuestra sociedad?, en lo personal, considero actos verdaderamente heroicos, las acciones altruistas, como defender a un(a) compañero(a) de acoso, que sufre bullying, deberían recibir un reconocimiento mayor. Ya que es enfrentar, sin temor y sin interés personal, ese conflicto social que hoy tanto daño les hace a miles de personas. Y una propuesta de educar a quienes están fuera del contrato social. Inculcar la idea de que el respeto por las normas y el entorno es una parte esencial de la vida en comunidad.
La perspectiva humanista nos lleva a reflexionar sobre cómo estas normas básicas se han convertido en un símbolo de lo ejemplar. ¿Acaso hemos perdido la capacidad de reconocer y celebrar verdaderos actos de bondad y heroísmo? Al elevar lo ordinario a lo extraordinario, estamos creando un mundo donde la mediocridad se aplaude y la verdadera grandeza pasa desapercibida
¿Qué efectos tiene en la sociedad el hecho de aplaudir la mediocridad en lugar de los actos verdaderamente significativos?, los establecimientos educativos, tienen una gran tarea, centrar la enseñanza en formar gente humana.
Debemos ser "buenas personas".

Nos enseñan desde pequeñ@s que debemos ser «buenas personas», que debemos «hacer el bien». Pero, ¿qué significa eso? Ser un buen ciudadano parece haberse convertido en una serie de normas básicas mínimas. No matar, no robar, no agredir, no insultar, cosas que cualquiera debería saber. Pero no, aquí estamos, aplaudiendo a la gente por hacer lo que se supone que deben hacer. En el contexto escolar, es como si l@s estudiantes fueran premiados solo por asistir a clase, en lugar de reconocer aquellos que se esfuerzan por aprender y ayudar a sus compañer@s. Es como felicitar a un pez por nadar, ¿cómo podríamos redefinir el concepto de ser «buenas personas» para que incluya acciones más significativas y trascendentales?
La vida no es de arcoíris y rosas la mayor parte del tiempo. Nos venden esta idea de que el mundo es un lugar justo, que, si eres buen@, cosas buenas te sucederán. Lo que no ocurre en todos los casos. La realidad es que puedes ser la persona más decente del planeta y aun así te van a pasar cosas malas.
¿Cómo podríamos prepararnos mejor para enfrentar las injusticias de la vida sin perder nuestro sentido de decencia y humanidad?, a través de mejor educación, enseñar a l@s estudiantes a ser resilientes y a manejar las adversidades con integridad. Esto se puede lograr a través de programas que promuevan el desarrollo emocional y las habilidades intra e inter personales.
Buenas, pero impulsadas por el egoísmo.

Incluso en algunas circunstancias, podemos observar que personas se escudan en «buenas acciones» impulsadas por el egoísmo. Ceder el paso porque hace sentir bien a sí mismos. Ayudar al vecino porque se busca que deba un favor. En estos casos, todo acto de «bondad» tiene un precio, aunque sea un pequeño impulso de orgullo. ¿Dónde está la pureza en eso? ¿Dónde está lo ejemplar? En ninguna parte.
Es un truco para sentirse superiores, hablar desde una superioridad moral. ¿Cómo podríamos fomentar la realización de buenas acciones por razones genuinas en lugar de motivaciones egoístas?. En las escuelas, es fundamental promover la importancia de ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Esto se puede hacer a través de proyectos de servicio comunitario donde los estudiantes puedan experimentar la satisfacción de contribuir al bienestar común. El sistema educativo debe desafiar a los estudiantes a cuestionar las injusticias y a buscar soluciones activas. Esto puede incluir debates, proyectos de investigación y acciones comunitarias que promuevan la justicia social.
En ocasiones, celebramos las migajas mientras ignoramos el festín de injusticias que nos rodea. Porque, al final del día, es más fácil aplaudir lo mínimo que enfrentar la realidad de nuestro propio fracaso como seres humanos en construir una mejor sociedad. ¿Qué pasos concretos podríamos tomar para enfrentar las injusticias y construir una sociedad más justa en lugar de conformarnos con lo mínimo?
También, surgen las situaciones donde se hace lo «correcto» no porque se sienta, sino porque se ha condicionado a hacerlo. Por ejemplo, leyes para pagar pensión de alimento, leyes para no manejar en estado de ebriedad. Leyes para evitar la vulneración de l@s niñ@s, etc., etc., etc. y muchos etcéteras más. Y esa, es la verdadera tragedia. Nos hemos convertido en autómatas de la decencia, siguiendo un guion que no escribimos, en un teatro que no elegimos
¿De qué manera podríamos inspirar a las personas a actuar con decencia por convicción propia en lugar de simplemente seguir las leyes y normas establecidas?. Es esencial que l@s estudiantes comprendan el porqué detrás de las normas y leyes, fomentando un sentido de ética personal y responsabilidad social que vaya más allá del cumplimiento obligatorio.
En un mundo que a menudo parece indiferente y caótico, es nuestra responsabilidad encontrar y celebrar la verdadera grandeza, no conformarnos con lo mínimo. Así, quizá podamos construir una sociedad que realmente valore y aspire a lo mejor de la condición humana, en lugar de conformarse con la simple decencia básica.
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